La historia de los buñuelos y la natilla, ¡fundamental conocer estas tradiciones!

Para muchos, esta época del año no es lo mismo sin degustar estos platillos que hacen parte de nuestras tradiciones hace cientos de años.

Una deliciosa tradición

No sabemos exactamente desde qué año es común que durante la temporada de novenas y navidad se sirvan buñuelos y natilla como parte de los alimentos que se preparan para atender a los invitados. Sin embargo, es una de nuestras tradiciones más amadas por todos.

Origen extranjero

La llegada de los españoles lo cambió todo en el continente americano. Ellos lograron imponer muchas de sus costumbres y tradiciones, que poco a poco se fueron mezclando con las ya existentes en nuestro territorio junto con las de los esclavos, provenientes de África. Es por eso que platillos como la natilla y los buñelos tienen su origen en el viejo continente.

Amor por los buñuelos

Aunque es un alimento fácil de conseguir en cualquier época del año, las personas aman consumirlo en navidad y fin de año particularmente. Según investigaciones de gastrónomos e historiadores, el buñuelo ya era mencionado en poemas en los 1.300. Sin embargo, la preparación llegó a América siendo un plato dulce, que poco a poco se fue transformando hasta lo que hoy conocemos. Se dice que fueron las monjas en los conventos, las encargadas de añadir queso a la masa y crear esa delicia salada.

Influencia árabe

Aunque fueron los españoles los encargados de darnos a conocer estas frituras redondas, acompañadas con azúcar o bañadas en miel y almíbar, su origen más puro estaría en territorio árabe. Recordemos que la gastronomía española tiene una fuerte influencia de la cultura árabe, así como de la india, quienes fueron los encargados de llevar elementos dulces y perfectos para crear postres.

¿Y la natilla?

Esta proviene de las coladas de harina que realizaban los españoles. Finalmente, la natilla es un postre similar a los pudines y flanes que se hacían con gelatina hace cientos de años en España. En Colombia se fue poco a poco reemplazando la harina por el proceso de moler el maíz, que luego se colaba con leche, para después llevar la mezcla al fogón hasta que quedara en su punto.

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