Que un niño haga una rabieta de vez en cuando es normal, pero si estas son recurrentes lo mejor es que visites un especialista para que te ayude a controlarlo, mientras tanto te damos algunas ideas de cómo actuar cuando tu pequeño se encuentre molesto:
Tal vez sea difícil para ti, pero en ocasiones la mejor forma de acabar con un berrinche es alejarte de tu hijo y no prestarle atención.
Sigue haciendo tus cosas y no le prestes atención, espera hasta que por su propia voluntad el niño se calme y te busque.
Cuando esto ocurra, no debes lucir molesto o hablarle de forma irritada a tu hijo, la idea es que el entienda que con una “pataleta” no va a conseguir lo que desea, porque a ti, simplemente no te importa ni afecta esa conducta.
Como su nombre lo indica, la idea es distraer al pequeño de la situación que le está generando la molestia. No le pidas que se calme, ¿acaso tú lo haces cuando te lo piden?
Lo mejor es que concentres su atención en otras cosas, hazle preguntas que requieran que el piense por un momento la respuesta o pídele que realice actividades específicas como limpiarse, peinarse o buscar su juguete preferido.
En este método, la clave también está en que tú no pierdas el control, debes lucir calmado y hablarle de igual manera al pequeño, puedes ser claro y fuerte sin necesidad de gritar o agredir.
Aquí tienes que hacer gala de tus dotes de actuación. La idea es que siempre estés con una actitud calmada y trates de crear un universo fantástico con las cosas que tienes a la mano.
Crea un juego en donde involucres al niño, invítalo a ser parte de lo que estás haciendo, también puedes crear un “remedio para las rabietas” dándole a tu hijo algo que le guste y diciéndole que si lo consume su mal genio desaparecerá.
No es un método sencillo, requiere imaginación, paciencia y ganas de dejar de lado los métodos de castigo y gritos.
Esto no significa violento, con gritos o golpes. Pero si es una alternativa mucho más firme que las anteriores y precisamente ese es el punto: la firmeza.
Habla claro y contundente con voz de mando, recuérdale a tu hijo que tu tomas las decisiones y que aunque el a veces no lo desee llega el momento de dejar de jugar, ir a comer o a dormir y esto no está sujeto a negociación.
Los castigos son pertinentes, pero por supuesto no los de tipo físico, lo que si puedes hacer es limitar el uso de ciertos juguetes, las salidas al parque o las visitas a sus amigos, recordándole que de su buen comportamiento depende que pueda disfrutar de estas cosas.
Aquí solo debes ir a abrazar y besar a tu pequeño hasta lograr que se calme y todo vuelva a la normalidad.
Sin embargo, este método tiene algunas desventajas y es el hecho de que puedes convertirlo en un niño caprichoso, que cree que conseguirá lo que quiere si hace una rabieta.
Claro, tu hijo merece amor y seguro no amas nada más en el mundo que abrazarlo y besarlo, y para él sentir tu cariño en el momento en que más enojado está es muy importante, pero debe haber un análisis de la situación, para saber en qué ocasiones usar esta alternativa.
¿Cuál crees que sea el más adecuado?
Fuente: Genial.Guru
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